lunes, 18 de octubre de 2010

Y a pesar de todo ¡Viva México!

Continuando con las reflexiones.... Y a pesar de todo ¡Viva México!

Me desperté por la mañana, ya llevaba diez minutos de retraso, me bañé, desayuné e hice las mismas y monótonas actividades cotidianas. Al fondo de mi cuarto se escuchaba el noticiario matutino “Suben los precios de la canasta básica”, “Quiebre de Mexicana”, “Se incrementan los índices de desempleo”.
            Mientras me lavaba los dientes en mi cabeza resonaban esas declaraciones. En ese contexto, el presidente daba su informe de gobierno y aseguraba que todo estaba bien. ¿Bien para quién?  Los números rojos traducidos en crisis económica no mienten. Miles de personas viven en pobreza extrema y no tienen ni qué comer.
            El reloj marcaba las seis en punto, mi hora de partir a la facultad. En el vagón no cabía ni una persona más. Cada individuo en su mundo y no prestaba atención a su alrededor.
            Una imagen impactante en la primera plana del periódico, los cuerpos sin vida de 74 inmigrantes centroamericanos asesinados en la frontera con Estados Unidos. A lado de esa imagen, las palabras narcotráfico, crimen organizado, guerra, inseguridad, violencia, delincuencia, muertes, terror. ¿Quién gana en esta guerra?
            Mis clases transcurrían, qué mejor manera de celebrar 100 años de la UNAM que con el estudio, trabajo e investigación de los docentes y alumnos matriculados en los que es, simplemente, la mejor universidad del país.
            Ya casi terminaba el día, estaba cansada porque la noche anterior me desvelé haciendo tarea. Con el último profesor discutíamos acerca de la situación política del país. En los medios de información los protagonistas son los políticos, todos en busca de la rebanada de pastel más grande: la silla presidencial.
            Entre coaliciones inexplicables, informes de gobierno llenos de paja, campañas casi electoreras, disputas por aprobar leyes, diputados y senadores que fingen hacer su trabajo. ¿Esos son nuestros gobernantes?
            Iba dormida de regreso a mi casa. Llegué, prendí la televisión y la palabra que más se ha repetido en este año vino a hacer su aparición: Bicentenario. El “canal de las estrellas” enaltecía el sentimiento patrio. Con sus múltiples artistas lanzaban el discurso, promovido por el gobierno federal, de celebración. Una fiesta en el zócalo, que pese a las alertas del crimen organizado y el escándalo por el desorbitante presupuesto gastado, se llevo a cabo,
            El presidente con el clásico cantar de viva, viva, viva; y coreado por los miles de mexicanos en la plancha del zócalo y otros millones más en sus hogares gritaron A pesar de todo, ¡Viva México!
            Ese es el pan para los que tienen hambre y el agua para los que tienen sed en México. Ahora nada nos sorprende, ¿qué más puede pasar?, ¿qué nos orine un perro? (dice un viejo dicho), ¿qué la naturaleza nos eche en cara la destrucción que durante años hemos estado haciendo? ¿Y ahora qué? Las doce de la noche y me fui a dormir.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Ahora sí...

Después de una presentación y la bienvenida con un poema de Neruda, toca ahora sí el primer escrito que les queremos compartir; se trata de nuestras autobiografías hechas para un taller de Redacción, en ellas dejamos los hechos que han marcado nuestras vidas...


Aprender a vivir
por Eleane Proo

Llegué de la escuela, la comida no estaba servida como todos los días, mamá llamó del trabajo para decirme que comiera fuera de casa y papá sentado en el sofá platicaba con un cigarro.
Por la noche, escuché una pelea y no entendí que quería decir el vómito de palabras de mis padres; mi madre sólo metía su ropa en las maletas y tiraba de mi brazo para que la acompañara, me resistí y me quede con mi padre esa noche a dialogar con sus ronquidos.
Tres meses no supe nada acerca de ella, pero conocí a mis cuatro medios hermanos y sus tres respectivas progenitoras.
Perdí el año escolar y jamás entendía que rayos pasaba en mi alrededor. Nunca se me dieron explicaciones, conocí por vez primera una delegación y horas fastidiosas de preguntas obvias sobre el trato que me daban mis papás.
Cuando terminó el proceso legal, al fin vi a mi madre y viví a su lado, ahora tuve que olvidar la presencia de mi papá, hasta un año después que decidieron volver a estar juntos.

Mi maestra me llamó con tono fuerte, al llegar a su escritorio me pidió leer unas hojas que hablaban sobre Benito Juárez. Cuando terminé, me  informó de mi inscripción en un certamen de Oratoria, “¡maldita sea!” (pensé, no había otra cosa que odiara más que hablar en público). Tenía dos semanas para memorizar cinco hojas que hablaban de la importancia del papel político que tuvo el Benemérito de las Américas en el país, mismas que debía argumentar frente a un auditorio en menos de quince minutos.
Los resultados fueron inesperados para mi, pasé la primera, segunda, tercera etapa, hasta llegar a las nacionales. Descubrí entonces que mi pánico escénico había desaparecido.


Estudié tres años en un Taller de  Productos Alimenticios (mejor conocido como Cocina), era mucho el tiempo que tenía libre; un día el profesor se vio envuelto en un caso de pedofilia y fue despedido. El curso ya estaba pagado, entonces el director me pidió escoger otro taller para cubrir los tres meses que faltaban. Escogí computación, la clase era aburrida y sólo hacíamos textos en Word.
Fabiola, mi compañera, ganó una beca para estudiar un año un curso de Multimedia en el  instituto “American High School”, pero para desgracia suya su madre había muerto y le era imposible asistir a sus clases, para fortuna mía, me cedió la beca.
El colegio era uno de los más caros del país, aprendí a “parlar” (así decía mi profesor) el inglés y conocí compañeros y maestros de varias universidades, que más tarde me ayudarían a colocarme en un puesto laboral.
Terminado el año y mi estancia en el curso, trabajé doce meses para la misma instancia, pude dar clases y grabar algunos programas de radio.

Una decisión debía tomar pronto, la solicitud para el pase reglamentado a la universidad estaba próxima a expirar. Amaba el Derecho y en mi familia llena de abogados seguramente tendría un espacio para trabajar, pero Comunicación me gustaba también, lo que decía el perfil de egresados en la Guía de Carreras tentaba mi decisión.
Fue entonces que me inscribí en un seminario de  Elección de Carrera, conocí abogados y comunicólogos, asistí de oyente a varias facultades, investigué costos, demanda, campo laboral, pero nada hacía decidirme por una.
Escogí Pedagogía el último día para enviar la solicitud, mamá y papá rieron mientras que yo decidí guardar silencio ante mis amigos. Una semana después acudí a mi escuela a hacer cambio de carrera para elegir, por fin, Comunicación.  
Un cambio en mi vida me alcanzó, un momento que veía venir pero no quería que llegara, el estudio de mi carrera profesional. Cada amigo escogió una facultad diferente, sabía que ya no los vería tan seguido como antes, además mi mejor amiga se había quedado en el turno vespertino y yo en el matutino.
Conocí nuevos amigos, otros horarios, profesores multifacéticos, tareas  más tediosas, y sobre todo al chico que se encargó de robarme el sueño los siguientes meses.
Llevaba dos semanas en clases y nunca lo había visto, hasta el día que se acercó a preguntarme una tarea. De primer vistazo, no me despertó ni la más mínima de las atracciones, eso ocurrió hasta la primera cita. Pasaron los meses, fuimos novios, amigos, novios de nuevo, y amigos otra vez. Él iba y venía, yo siempre lo esperé y accedía a todos sus deseos. De esa experiencia sólo me lleve el corazón roto y reconstruido en más de una ocasión.
Canciones, deportes, borracheras, viajes, familia, escuela, compras y citas con otras personas, son algunos de los elementos a los que recurrí para olvidarlo y dejarlo al fin.

Escuela, biblioteca, amigos, y casa; mi rutina diaria. Cuando llegué la comida no estaba servida como todos los días, mamá llamó del trabajo y me pidió que comiera fuera de casa; papá sentado en el comedor platicó ahora con un café.
Por la noche, escuché la pelea y entendí cada uno de los reclamos que se decían uno al otro. Papá no hizo maletas ni tiró de mi brazo para llevarme con él, pero sí salió por la puerta, la cual nunca volvió a cruzar para entrar.
Esta vez no hubo delegación, ni año escolar perdido, el cristal de mis ojos ya no se rompió, los años enseñaron a mis padres a usar la boca para hablar y no las manos para golpear; me enseñaron, a comprender que las decisiones deben asumirse como consecuencia de actos, y que en ocasiones no está en mis manos arreglarlas.

Mi primer amor
por Melissa Jiménez
 Todavía recuerdo ese primer día de clases en la facultad, estaba sumamente nerviosa, había entrado a la universidad y estaba por descubrir  un mundo nuevo lleno de conocimientos hasta esos momentos inexistentes para mí. Jamás imaginé que ese día conocería a mi primer amor.
Ese amor me haría suspirar, me robaría el aliento de mis próximas respiraciones, sería el dueño de mis pensamientos, y provocaría en mí tantas emociones y sentimientos que no se podrían explicar con las palabras (me podrán  entender aquellas personas que hayan tenido la dicha de haberse enamorado).
Ese primer amor nunca se volverá a repetir, me enamoraré mil y un veces, pero jamás volveré a sentir lo mismo. No sé si lo amé poco o mucho, pero esos instantes que pasamos juntos me hicieron tan feliz, llena de placeres y hasta el límite de mis emociones. En ocasiones llego a creer esa fue la causa de despertar de ese sueño, que no volveré a tener y por momentos me gustaría no haber tenido.
Pero existió, le abrí mi alma y mi vida; esa noche, después de habernos amado con locura y besado hasta donde antes no habíamos llegado, fue cuando nos conocimos mejor. Le hablé de mi infancia, momentos que mi mamá coloreaba de rosa, mi mundo era tan alejado de los problemas cotidianos, siempre me ha cuidado, por ella soy cómo soy.
Acostados sobre su cama, y con nada encima de nosotros más que sus sábanas de algodón, le conté también sobre lo que marcó mi vida para siempre, se terminó el mundo rosa y recobró sus verdaderos colores. No he vuelto a llorar como cuándo se separaron mis papás, mi vida se desmoronó frente a mis ojos. Comenzarían nuevos días.
Desde ese momento la relación con mi papá no ha sido la misma, de ser mi súper héroe favorito, pasó a ser la persona más odiada, lo veo muy pocas veces al año. Esa figura paternal siempre me ha hecho falta, en ocasiones veo hacia el cielo y recuerdo los buenos tiempos que pasamos juntos. Eso me hace añorarlo, buscarlo, pero buscarlo en otras personas. Fue en ese primer amor donde lo encontré.
El día que le presenté a mi mamá y a mi hermana, estaba muy nerviosa. Era cruzar la línea invisible, ese tabú de presentar a mi novio con la familia, era bastante serio, pero creí estar lista, él conocería esa parte de mí. Mi mamá tenía que darle su visto bueno. Salimos en un par de ocasiones, encajaba bastante bien.
Mi hermana, ese pequeño ser me hace muy feliz cada mañana (soy su segunda madre), trató de sustituir la ausencia de mi papá conmigo, llevándola a la escuela, ayudándola con su tarea, dándole un buen ejemplo a seguir; eso me aterra, es una gran responsabilidad, no quisiera fallar, hago lo mejor posible.
Una tarde después de comer en su casa, le platiqué sobre mi viaje a Londres, mi sueño hecho realidad. Desde que tengo memoria siempre había querido ir. Las fotos no mienten, mi felicidad se puede percibir con el simple hecho de verlas. Esas semanas fueron las mejores hasta ahora.
No podía compartir mi vida con él si no conocía a mis amigos, la primera vez que salimos todos juntos fue una cita quíntuple. Regresé a saludar a mi vieja prepa 9, después de ahí, fuimos por un café y todos nos conocimos. Mi mejor amiga llevaba a su nuevo novio y yo al mío, todos reímos ese día.
Todo iba bien, un círculo de felicidad completa, no me podía quejar de nada, los días transcurrían, mi vida pasaba y los pequeños problemas cotidianos se solucionaban. No había nada que quisiera cambiar.
Pero todo sueño termina, lo que empieza siempre llega a su fin. Esa tarde él cambió de opinión, ya no quiso continuar compartiendo sus respiraciones conmigo, me dejó un nudo en la garganta, un vacio en el estómago, una impotencia y unas ganas de llorar, ni un litro de helado de chocolate o unas dosis de tequila lograron eliminar ese dolor.
Cuando camino por la calle algo me recuerda a él, no es un olor, ni una imagen alrededor de mi cuerpo. En realidad es un pensamiento dentro de mi cabeza que aún revive esos mágicos momentos en que su corazón y el mío se ponían de acuerdo para latir.
Su sola mirada me podía transportar a tierras inimaginables, me daba la confianza de poder brincar cada piedra en el camino de la vida. Esos ojos hoy no me dicen nada, si los vuelvo a ver por la calle quizá no los reconozca. Pero mi corazón siempre sabrá que él fue la persona a la cual yo me entregué de una manera tan pura, tan sincera, tan genuina.
El tiempo lo cura todo, cada segundo duele menos su ausencia, sigo mi vida, el sol sale cada mañana y en las noches una hermosa luna y un cielo con estrellas lo sustituye. El mundo sigue igual, con sus mismos problemas y sin sus mismas soluciones.
Sigo en la universidad, mi gran sueño es llegar a ser periodista, trabajo día a día (y unas cuantas noches también) para lograr mi meta. Tengo tantos planes, tantos sueños por cumplir. Levantarme con una sonrisa dibujada en mis labios es un buen inicio para continuar.
Unos pocos momentos definen el rumbo mi vida, días que pasan sin que suceda algo verdaderamente relevante. Pero cuando acontecen situaciones dignas de mención vale la pena gritarlas.
Hoy, ya no lo amo, sólo quedan los recuerdos añejados al paso de los días que se entierran en mi corazón. Esos segundos en que sus labios y mis labios callaban al mundo, esos besos que hoy no provocan absolutamente nada en mí me hacen pensar si en realidad valió la pena, en dónde se quedó ese inmensurable amor que yo le tenía, al final con qué me quedé, en ocasiones creo que con nada.

"Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida."

Queremos compartirles el porqué de nuestro título en el blog; hace referencia a una de las frases más famosas del poeta chileno Pablo Neruda. Entre sus escritos más célebres se encuentran "20 poemas de amor y una canción desesperada" que narra a través de la poesía el desarrollo de una relación, de principio a fin, que seguramente disfrutarán tanto como nosotras; aquí está el poema final del libro: Poema 20 Puedo escribir los versos... especialmente dedicado para todos aquellos que han decidido decir adiós a un amor, gócenlo:

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¡Bienvenidos!

A quien conoce el fuego que alimenta la vida, y al que no, también:

Estudiantes de Ciencias de la Comunicación, apasionadas y enamoradas de la vida, estamos probando este modo de expresar aquello que callamos y que la tinta puede decir mejor.
Esperamos sea de su agrado este espacio y compartan (visitar y COMENTAR jajajaja) con nosotras nuestro día a día...


¡Saludos nuestros queridos todos!
Atentamente:
Eleane y Melissa